12 de marzo
de 2013. Época convulsa. Crisis económica que nos ahoga, políticos
corruptos, futuro incierto, jaque mate a la cultura y a todos
aquellos valores y esperanzas que nacieron en mi tras años
debatiendo sobre el mundo en la facultad. Al borde del abismo, sin
entender como el ser humano una vez más “la ha jodido bien jodida”
Días negros
para las víctimas de un sistema putrefacto que nunca elegimos.
Esclavos de una realidad que nos robaron. Nos quieren quitar la voz,
nos quieren idiotizar, convertir en ganado, borrar nuestra identidad
y nuestra capacidad crítica. Pero no podrán. No podrán con la
pasión que corre por nuestras venas ni con nuestro valor. Podrán
azotarnos con sus mentidas y sus leyes de cuestionable legitimidad.
Podrán robarnos el trabajo, la casa, el pan...Pero no podrán borrar
el hastío del pueblo.
Sí, el
capitalismo nos ha vuelto individualistas y miedosos. De golpe nos
damos cuenta que no existe nada seguro. Todo es volátil y la
prosperidad económica tiene fecha de caducidad. Somos incapaces de
llegar a la revolución. Nuestros abuelos lucharon y se la jugaron
por conseguir derechos que hemos creído intocables pero que ahora se
nos están arrebatando a golpe de tijeretazo. Pero nosotros no somos
tan fuertes ni estamos tan unidos como ellos. Nos manifestamos
pacíficamente una vez por semana y luego seguimos con nuestras
obligaciones de buen ciudadano. Vamos a conseguir algo de este modo?
Desde cuando una revolución es pacífica y siguiendo las normas del
sistema del que renegamos? Hemos vivido demasiado bien. Nos aterra
sufrir.
Despreciamos
a intelectuales e idealistas, vistos como locos utópicos en nuestros
días.. Influenciados por conservadores derechistas que intentan
convencer a los demás que todo mejorará si mantenemos la calma y
nos apretamos el cinturón (en realidad solo temen perder sus privilegios si nos revolucionamos). Poco
habrán leído sobre Historia. Han sido los idealistas los que han
traído el cambio. Gente que tenía una idea y lucho por ella.
Cobarde es el que no hace nada y se esconde hasta que pasa la
tormenta. El que no se abre a posibles alternativas y sigue creyendo
en un sistema moribundo. Acusando de inconscientes a los que piden la
revolución por miedo a que ésta haga temblar la falsa estabilidad
de su entorno.
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